martes, 24 de marzo de 2009

La era mediática de la política.

"El 21 de agosto de 1858, tuvo lugar en Ottawa, Illinois,
el primero de los siete famosos debates
entre Abraham Lincoln y Stephen A. Douglas.
El acuerdo era que Douglas hablaría primero durante una hora;
que Lincoln tendría una hora y media para responder,
y luego Douglas dispondría de media hora
para la réplica correspondiente";
más de un siglo después,
en las elecciones presidenciales de 1984 en EEUU,
"cada candidato disponía de cinco minutos
para contestar una pregunta como la siguiente
¿Cuál es (o podría ser) su política en América Central?
A continuación su oponente tenía un minuto para responderle"1.



La relación entre poder e información tiene sus orígenes muy atrás, y la naciente sociedad de la información, no es sino un capítulo más en su desarrollo. "Hoy el papel político de la prensa, de los medios de comunicación de masas, nos puede resultar muy novedoso en alguna de sus relaciones con el poder, pero no podemos olvidar ni ignorar que tales relaciones son deudoras de una tradición política elaborada a lo largo de más de dos siglos"2.

Ya en la época griega la persuasión y la retórica frente a las asambleas eran técnicas conocidas por los filósofos y escritores, y la oratoria era una profesión destacada. Los romanos comprendían a cabalidad la necesidad de disponer de información apropiada para tomar decisiones en el marco de la administración imperial, algunos como Julio César, llegaron a desarrollar estilizados procedimientos de recolección de información y aún más, del uso de propaganda para glorificar las hazañas del emperador, neutralizando a sus detractores en el Senado.

La obra monumental de Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, se constituye en una síntesis brillante de las reglas de la política en el naciente renacimiento, época que anticipaba la verdadera revolución de la Edad Moderna.

La telepolítica

Para Dominique Wolton, la comunicación política, es un proceso indispensable para la política contemporánea, pues permite la confrontación de "la ideología y la acción para los políticos, la información para los periodistas, la comunicación para la opinión pública y los sondeos"3 . Estos tres discursos pretenden interpretar, cada uno desde su perspectiva y excluyendo al otro, la realidad política del momento, guardando cada uno de ellos, una parte esencial de la legitimidad política democrática.

J. C. Blumer distingue tres etapas de la comunicación política a partir de la postguerra: el período que va desde 1945 a 1960, que comprende la era pre-televisiva de la política y donde el sistema de comunicación política está completamente dominado por los partidos políticos. Entre los años 60 y fines de los 80 es la TV la que impone un nuevo escenario para la comunicación política, mediante un sistema "en el que mensajes de contenido limitado van a ser enviados a públicos más autónomos"4 y definitivamente mejor informados. La tercera etapa, a partir de fines de los años ochenta, está marcada por la aparición de Internet y las otras opciones de televisión pagada y digital.

Para Gustavo Martínez, la aparición de la "telepolítica" a partir de la década de los sesenta, debe ser comprendida dentro de un contexto global más amplio, identificando a lo menos cinco procesos de fondo que explican el impacto de la TV en la moderna comunicación política: la mediatización, audiovisualización, espectacularización, personalización y marketinización. A través de la mediatización de la TV, son las lógicas del medio televisivo, que convertidas en un virtual paradigma informativo, reducen las lógicas procesales de los partidos a las lógicas de la presentación de la prensa.

Los medios entonces, parecen colonizar la potestad de elaborar y emitir la mayoría de los mensajes políticos de los ciudadanos, sobretodo, cuando éstos últimos han convertido al televisor, en el principal medio para mantenerse informados. "En la actualidad, en lugar de ser los periodistas quienes corren detrás de la acción de los candidatos y funcionarios, son los actores políticos quienes parecen correr detrás de la acción de la prensa. Más aún, son los medios de comunicación los que imponen las reglas del debate político"5 .

En este imperio audiovisual de la TV, el ciudadano-audiencia y el político-electrónico se encuentran con relativa frecuencia en el espacio privilegiado del hogar, atados a las imágenes que los medios proyectan. Entonces, la propia naturaleza del liderazgo político es alterada por el formato audiovisual de la TV, toda vez que los rasgos tradicionales de un dirigentes político, se entremezcla con la popularidad, fama y reconocimiento, dimensiones particulares y esenciales del medio televisivo.

La TV como medio masivo por excelencia tiende a enfocar la política desde una perspectiva "centrada en la lógica del consumo y el espectáculo"6 . Entonces el actor de la política se convierte en un protagonista del contexto televisivo pero respondiendo esencialmente a las necesidades del medio, más que a los intereses de la colectividad política a la que pertenece. Aquí el predominio semiótico del espectáculo y el entretenimiento, da paso a la performance del mensaje más que a la sustancia del mismo. El cómo decir vence a lo qué se dice.

Cabe en este punto, recordar cómo era la política antes de la aparición de los modernos y masivos medios de comunicación, primero el periódico, luego la radio y finalmente, el televisor (sin mencionar aún Internet). Ello nos permite dimensionar más claramente el ethos audiovisual de nuestra época y el impacto que ello tiene en el ejercicio de la política y en la urgencia que tienen los actores de la política de comunicarse a través de la TV.

Mucho antes de la aparición de los media "la propiedad pública de los individuos y de los acontecimientos estaba vinculada a la idea de compartir un espacio común (…) el acontecimiento público era un espectáculo que podía ser visto (…) por los pocos individuos que presenciaban el hecho"7 . Ahora los medios de comunicación desarrollan nuevas formas de propiedad pública, muy distintas de la propiedad pública tradicional basada en la proximidad y la co-presencia. La característica fundamental de estos nuevos formatos es que, las acciones o acontecimientos, dejan de vincularse al hecho de compartir un lugar común. Estos ocurren en un espacio más inasible que tangible, el resultado perece consolidar la imagen de una región sin territorio.

La propiedad pública creada por la imprenta "no solo se desvinculó de la noción de compartir un lugar común, sino también del tipo de intercambio dialógico característico de la conversación cara a cara"8 . A su vez, la TV al renovar el vínculo entre propiedad pública y visibilidad, de alguna manera restituye a la propiedad pública tradicional basada en la co-presencia, la noción de compartir una imagen común de los acontecimientos, pero esta vez como espectadores desde los hogares y convertidos en audiencias masivas y globales.

Pero esta visibilidad, tiene una particularidad que pone en evidencia las nuevas características del espacio público que genera la TV: la dirección de la visión es esencialmente unidireccional. "Los individuos que aparecen en la pantalla de la televisión pueden ser vistos por los telespectadores a los que no pueden ver; los telespectadores, a su vez, pueden ver a los individuos ante ellos, pero los telespectadores no pueden ser vistos por éstos. El tipo de propiedad pública creado por la TV se caracteriza, entonces, por un contraste fundamental entre productores y receptores en términos de visibilidad e invisibilidad"9 .

El imperio visual de la TV

Hoy es la TV la que formula preferentemente el lenguaje de la comunicación, sin embargo, ello no implica que el poder del medio televisivo haya venido a sustituir al político: "la política no ha sido sustituida por la comunicación mediática. Lo que ha ocurrido es que la política, en la Sociedad de la Información (...) se sirve y aún necesita de los medios para interrelacionar tanto vertical como horizontalmente a sus actores"10 . En nuestros días la comunicación y la información política han quedado definitivamente capturadas por el espacio de los medios.

Salome Berrocal insistirá en esta centralidad de la TV para la comunicación política, sosteniendo que el medio televisivo "como principal intermediaria comunicativa entre gobernantes y gobernados produce una transformación del sistema político: gobierno, partidos políticos, líderes y electorado desde el momento en que hace su aparición en las distintas democracias occidentales"11 . De este modo, la naturaleza de la relación entre gobernantes y gobernados sufrirá una profunda transformación en las sociedades modernas, transitando desde la democracia de los partidos a la democracia de las audiencias.

¿Fin de lo político?, se interroga Eliseo Verón, "por el contrario (...) lo político comienza a significar el territorio inmediato, se juega en el micro-intercambio, solicita la decodificación del cuerpo significante. Y esto en el seno de ese espacio (...) privado de la sociabilidad familiar"12 . Son los medios los que hacen nacional a la nación y pública a la opinión, "haciendo de la información su género mayor, y de lo directo su modalidad discursiva fundamental"13 . Para este semiólogo argentino, la historia de la TV para el gran público, es la de los discursos sobre la sociedad de los acontecimientos (actualidad política, económica, del tiempo libre, de los deportes, etc.) y del "vivo y en directo" como paradigma de apropiación de lo real por el discurso.

Mauro Wolf, añade una reflexión aun más seductora para relevar el resultado de las nuevas tecnologías de la comunicación en la vida cotidiana de las personas y cuyo impacto en la política cambia para siempre las coordenadas simbólicas de la información: "La televisión se ha convertido en el medio a través del cual nos adherimos (...) al destino de los otros" 14 . En efecto, la TV ha contribuido a derribar las barreras de nacionalidad, religión, raza y geografía que subdividían en otro tiempo nuestro espacio moral, de las personas de las que éramos efectivamente responsables. Con la llegada de este prodigioso medio de comunicación "el sufrimiento del mundo irrumpe sobre nosotros con mayor fuerza todavía"15 porque los medios no nos conceden ya el lujo de la ignorancia.

Es la aldea global atada al destino de los otros, con dietas informacionales no siempre sustantivas, pero lo suficientemente poderosas para ingresar en nuestras conversaciones diarias, mostrando realidades que ocurren a miles de kilómetros de distancia o apenas, a algunas cuadras de nuestros hogares hiperintegrados a esta modernidad electrónica. Martín Barbero y Germán Rey abundan en esta perspectiva: "Los medios de comunicación son hoy instrumentos fundamentales de la ampliación o restricción de lo público. Se amplia lo público al hacer visibles preocupaciones de actores que de otro modo no se notarían, al tender los límites del reconocimiento de los otros, al cualificar las comprensiones que los ciudadanos tienen sobre sus problemas o sobre las orientaciones de las decisiones de sus gobernantes"16 . Pero simultáneamente se banaliza la información y se le resta densidad a los procesos sociales que mediatiza globalmente: costos y beneficios de la mediación televisada de la política.

Estrellas de la política

Cada ciudadano y ciudadana vive la política desde su sillón, con esta afirmación, Salomé Berrocal analiza el doble proceso de individualización de los mensajes provenientes de la política. Un televidente al interior de su hogar en actitud de reposo conectándose con las informaciones del día, mientras un líder electrónico (representante prominente de alguna tienda política) explica los argumentos de alguna iniciativa legal y las bondades o peligros de un acontecimiento relevante. Ambos sujetos sosteniendo una relación social tan particular como extravagante.

La moderna comunicación global acentúa intensamente la individualidad, tanto para generar mensajes, como para recepcionarlos. "Frente a su pantalla, el telespectador espera ver aparecer un rostro, estar atento a una voz, a un tono: un buen líder es el que ha sabido crear esa "diferencia" con ayuda de especialistas en comercialización y autoimagen"17 . La democracia que se auto imponía la concepción más acabada de gobierno público (o poder en público como le gustaba decir a Bobbio), basado en instituciones sólidamente establecidas y con sistemas que aseguran un diálogo suficiente entre gobernantes y gobernados, ha sucumbido ante el auge de la "personalización", donde la política es el resultado de aquello que hacen o dicen sus protagonistas, como si de una película se tratase.

Cuerpos gloriosos, que hasta el "más mínimo pliegue"18 se obligan a comunicar persuasivamente, compitiendo con otros mensajes audiovisuales, en democracias enteramente mediatizadas. Estrellas de la política que convierten su imagen personal en un arma más importante que las propias ideas por las que se lucha. Se trata entonces de "buscar el símbolo de la política en lugar de los argumentos"19 . Los sistemas electorales mayoritarios harán lo suyo, potenciando la aparición de un candidato que concentra la imagen del partido y el programa que muestran al electorado.

Este fenómeno de personalización de la comunicación política mediatizada masivamente por la TV, se agudizará en períodos electorales advierte Gabriel Colomé, un conocedor privilegiado de los procesos eleccionarios recientes en España. No obstante, "su poder se manifiesta más influyendo en las orientaciones cognitivas que en los comportamientos electorales"20 . Con todo, la TV parece originar más espectadores que electores, interesados más en los contrastes entre las personalidades que en los conflictos ideológicos de fondo. Ciudadanos y ciudadanas, con identificaciones políticas más volátiles, que desarrollan adhesiones más emocionales y simpatías temporalmente acotadas por determinado "candidato".

Salomé Berrocal propone una de los razonamientos más lúcidos para comprender el verdadero rol jugado por la TV, en esta nueva etapa de la comunicación política: "el nacimiento de la televisión supone la aparición del instrumento más eficaz en comunicación política para que los gobernantes hagan llegar sus ideas a los gobernados"21 y para que los líderes se acerquen a los ciudadanos. "Sin las cámaras -sentencia Berrocal- este contacto no sería ni mejor ni peor. En la mayoría de los casos –simplemente- no existiría"22 .

En nuestros días la TV es el principal instrumento de información y diversión para la mayor parte de la población y, probablemente el más igualitario y democrático. Este poderoso medio de comunicación desde su nacimiento a mediados del siglo pasado, no ha hecho otra cosa que popularizar y socializar la política. Con el tiempo el mensaje político ha terminado por esmitificar, por volverse más humano, para acabar fundiéndose con la propia vida cotidiana. Sin embargo, y como contraprestación, "la televisión a través de ciertas emisiones puede llegar a trivializar el discurso político hasta convertirlo en puro espectáculo"23.

Luces y sombras de una tecnología formidable, que ingresó para siempre en los hogares modernos, introduciendo una nueva manera de comprender el mundo a través del imperio de la imagen.

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Referencias:

1 Citado en Postman, Neil. Divertirse Hasta Morir: el discurso público en la era del "show business". Ediciones de la Tempestad, Barcelona, España. 2001. Pág. 49 y 101.
2 Berrocal, Salomé. Comunicación Política en Televisión y Nuevos Medios. Editorial Ariel S. A. Barcelona, España, 2003. Pág. 28.
3 Citado en Mendé, María Belén. Smith, Cinthia. La comunicación política: un espacio de confrontación.
4 Citado en Gerstlé, Jacques. La Comunicación Política. Lom Ediciones. Santiago. Chile. 2005. Pág. 123.
5 Martínez Pandiani, Gustavo. El impacto de la televisión en la comunicación política moderna. .
7 Ver en
8 Idem.
9 Idem.
10 Durán Muñoz, Rafael. La mediatización de la democracia en la era de la Sociedad de la Información.
11 "La vida política –sostiene Berrocal- cambia puesto que cambia el proceso de comunicación. Las instituciones políticas adaptan su intercambio comunicativo a la fórmula televisiva". En Berrocal, Salome. Comunicación Política y Televisión.
12 Verón, Eliseo. El cuerpo de las imágenes. Editorial Norma, Bogotá, Colombia. 200. Pág. 40.
13 Idem. Pág. 20. Para el autor la TV se ha constituido en el medio del contacto, mientras el cine ha permanecido como el medio de la representación.
14 Wolf, Mario. Las Influencias Discretas. <
http://www.ucm.es/info/per3/cic/cic3ar14.htm>
15 Idem.
16 Barbero, Jesús Martín y Rey, Germán. Los ejercicios del ver. Editorial Gedisa. Barcelona, España, 1999. Pág. 69.
17 "Un líder –advierte Berrocal- puede comunicar inmediatamente a la totalidad del planeta el mensaje de su elección; ya no hay necesidad de desplazar multitudes. Cada uno vive la política en su sillón". En Berrocal, Salome. Comunicación Política y Televisión
http://www.ucm.es/BUCM/tesis/19911996/S/3/S3011601.pdf
18 Verón, Eliseo. Op.Cit. Pág. 83.
19 Finalmente "La imagen impera sobre la palabra, y las ideas se tambalean ante quien lo dice y cómo lo dice". En Berrocal, Salome. Op.Cit. Pág. 78 y 84.
20 En Colomé Gabriel. Política y medios de comunicación: una aproximación teórica.
21 En Berrocal, Salome. Op.Cit.
22 Idem.
23 Ibidem.

1 comentario:

  1. Estimado Alejandro, me acordé de tu blog hoy en la mañana cuando veía el titular del "La Cuarta" comentando una telenovela nocturna, y un rato el matinal de TVN, donde el "discurso" era lo mismo, ¿a eso te refieres con la importancia de los medios y la política? poruqe yo creo eso es lo grave el vaciamiento operativo que hacen los medios de nuestra capacidad de reflexionar sobre "asuntos políticos" a menos claro sea un escandalo que sobre todo dañe la Gobierno, sino no logro entender tu "mensaje" porque no veo ningún medio interesado en hablar de temas realmente profundos, como sería estimular un democrático debate político, además considerando la concentración en manos del "capital" de los medios, los que los hace realmente muy poco democráticos, y pobre que alguien como Chávez quiera hacer medios públicos porque inmediatamente enarbolan la "democracia" como en los tiempos que luchaban contra el Presidente Allende.

    Saludos, Mauricio

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